La invención de los sexos. Cómo la ciencia puso el binarismo en nuestros cerebros y cómo los feminismos pueden ayudarnos a salir de ahí de LU CICCIA

¿Es el sexo algo natural? ¿Quién determina que existen únicamente dos sexos o dos orientaciones sexuales? ¿Somos meramente el producto de nuestras hormonas? ¿Hasta qué punto influye la biología en nuestro comportamiento, nuestros deseos, nuestra identidad? ¿Realmente existen cerebros de color rosa y azul claro? ¿Son los genes los que definen nuestras características, nuestra personalidad, nuestras pasiones? «La invención de los sexos» aborda estas interrogantes examinando evidencias y debatiendo interpretaciones. Durante este análisis, se revela que muchas de las ideas que aceptamos como verdades científicas son frágiles, sesgadas e incluso falsas. Lu Ciccia hace un recorrido por la historia de la ciencia, desmontando argumentos que sostienen el discurso científico sobre la diferencia de género, el cual perpetúa un sistema de valores androcéntrico y la supremacía del hombre cis. Asimismo, explora cómo a lo largo de la historia, los distintos feminismos han desafiado la naturalización de las jerarquías de género. En este proceso hacia la modernidad, el binarismo se ha afianzado sucesivamente en la genitalidad, las hormonas, la genética y finalmente en el cerebro. Sin adoptar una postura complaciente, Lu también señala las limitaciones de ciertos aspectos del movimiento feminista para lograr una lectura verdaderamente revolucionaria de la diversidad corporal. Con contundencia y claridad, Lu Ciccia analiza desde la cognición y el comportamiento hasta el ámbito biomédico, resaltando las repercusiones de una visión androcéntrica al describir enfermedades, su impacto y tratamiento. Cuestionando la clara distinción entre naturaleza y cultura, el texto desafía la idea de que la mente es solo el cerebro y que el destino está predeterminado por la biología. En última instancia, se plantea que no existe una relación significativa entre ambas, pues la mente va más allá del cerebro y el destino no está escrito en nuestra biología.